lunes, 16 de enero de 2012

Historias (Anexos)

Asmodeo, el traidor.
Hace mucho tiempo atrás deserto de los cielos para unirse con el nuevo señor de la oscuridad, quizás era todo su poder el que le atraía y pensaba muy en el fondo que si no pudo con un ser tan supremo como era Dios podría ser mas fácil ejecutar sus planes contra alguien con menos habilidades como lo parecía Samael.

Era un precioso ángel que como todos los demás se dedicaba a vigilar y cuidar de su humano asignado y seguir el mandado de Dios y Seraphiel, no incumplía las normas, realizaba sus deberes y cuidaba a su humano para evitar que algo le pasara, no era malo pero en realidad eran solo apariencias. El ver caer muchos ángeles por sus acciones o simplemente por su propia decisión le resultaba tentador pero eso no era lo que él quería, sabia que ir al infierno no era la opción correcta para arrebatarle el poder a Dios, el ganar esa perla de la cual tanto se hablaba solo te asignaba poder para dominar sobre la tierra y las demás razas ¿pero que pasaba con el cielo y el infierno? Asmodeo lo quería todo, era ambicioso y en su cabeza ejecutaba el plan perfecto según él para dominarlo todo.

Cada ángel que dejaba su clan quedaba en manos de Samael ¿pero que pasaba con las otras razas que dejaban atrás su clan? Su preciosa mente maquilaba el mejor plan que ejecutar a su parecer pero antes tenia que hacer algo que ofendiera a Seraphiel lo que produjera que fuera lanzado con Samael, no había nada más a su alcance que asesinar a su pequeño e inofensivo humano. Podía contemplarle desde su lugar en el cielo ideando la manera correcta de romper las reglas, tenia que ser algo tan grave de lo cual no tuviera alternativa de perdón.

Su humano era un joven de 17 años de la región de la perla, poseía un moreno atractivo en su piel y su cabello color caoba deslumbraba en su mismísimo brillo del cual no se sabia su procedencia, estaba en la edad de ser seleccionado por otra raza y seria mejor que se apurara para no quedar sin cebo. Bajo a la tierra e incumplió la primera de las normas la cual era mostrarse ante su protegido, le obligo en un acto cruel a someterse a relaciones sexuales no deseadas por el joven, le violo sin piedad ni devoción desencadenando su maldad, despertando sus instintos mas morbosos y sádicos de los cuales nunca había hecho uso. Le golpeo, le insulto hasta dejarlo moribundo en el suelo, no fue capaz de asesinarle, justo en el momento de enterrarle su arma fue su corazón el que le jugo una mala pasada recordándole cada uno de los momentos que vivió con aquel joven provocando que se arrepintiera en el ultimo instante.

A los minutos estaba frente a Seraphiel sostenido por dos musculosos Serafines quienes le miraban burlones reflejando en su vista el hermoso castigo que se venía para él. Había oído de esto antes, cada ángel que violaba las leyes recibía uno de los mejores castigos propiciado por los propios demonios. Seraphiel le acuso de violación al pacto de castidad con el protegido, ruptura de normas y traición. Para él no fue tan terrible, el primer paso de su plan se consumo.
Llego al infierno el cual seria su nuevo hogar de ahora en adelante, muchos le recibieron muy mal, con insultos, golpes y tortura por traidor aunque no lo entendía solo se mantuvo firme para no decaer y continuar con su grandioso plan que estaba dando buenas señales. Samael ordeno a varios a de sus principales demonios “darle la bienvenida” la cual consistía en lo terribles torturas en un sitio del cual jamás se había imaginado.

- Jura que jamás traicionaras a Samael como lo hiciste con tu anterior líder – le cuestionaron después de tantos golpes, las palabras carcomieron su mente recorriendo cada espacio de ella, lo pensó antes de responder, claro que le seria fiel no había a nadie mas a quien servir en ese momento.

- Lo juro – logro que sus palabras sonaran sinceras mientras yacía casi moribundo en el suelo recibiendo en su cabeza los recuerdos de su anterior humano, comprendió su dolor y se arrepintió prometiéndose cuando tuviera tiempo averiguar sobre su estado.

A Asmodeo se le permitió ingresar al clan de los demonios donde por el momento era fiel, había puesto su plan en pausa para ejecutar otras cosas que había dejado inconclusas. En su cabeza no dejaba de rondar la vida de aquel muchacho del cual se había aprovechado con egoísmo para cumplir lo que deseaba, le busco por toda la tierra con ansias de saber sobre su paradero y comprobar que a pesar de todo lo que le había propinado aun estuviera con vida. Fue así como le hallo en el clan de los elfos odiándole por supuesto ¿Quién no odiaría a su violador? Se dio cuenta de algo… le amaba aunque le repudiara al mismo tiempo aquella idea. Los elfos son los segundos enemigos de los demonios por ello jamás estarían juntos ni nunca en la vida podría pedirle perdón por sus actos egoístas.

El muchacho no le permitía pensar con claridad, se distraía en sus batallas, se perdía el tiempo observándole a escondidas, le continuaba cuidando aunque ya no fuera su protector y todo eso atrajo por supuesto la atención de Samael quien molesto le puso una nueva misión. Se le había ordenado matar a aquel elfo que tanta distracción le estaba causando, él a diferencia de cualquier otro demonio podía sentir amor siempre ya que su enamoramiento vino desde mucho antes de su conversión y por ello perduro y perduraría por siempre. Vio en aquel mandato de Samael el siguiente punto de su plan a cumplirse, no cumpliría con su orden produciendo traición y con ello según Samael su muerte pero no fue así ¿Qué había mas allá de los demonios?

Asmodeo corrió con el ser de mayor poder en todo el mundo, un poder incluso mayor que Samael y Dios, se escucho el nuevo mandato del Oráculo, Asmodeo jamás seria asesinado pero tampoco podría pertenecer a otro clan, si quería regresar a la guerra debía armar su propio clan ¿pero como lo haría si cada raza ya hacia parte de un clan? Su plan estaba tomando forma, había conseguido librarse de Dios y librarse de Samael pero para ganarles primero necesitaba el control de la tierra y para ello tenia que ganarse la perla cannon.

Se dispuso a observar cada una de las razas, noto algo similar, todos los exiliados de sus razas no iban a algún lugar sino que quedaban vagando por el mundo a excepción de los demonios que eran asesinados para siempre y los ángeles que automáticamente se volvían demonios. Asmodeo se había vuelto tan fuerte como Samael y Seraphiel igualmente que cualquier otro líder, con el permiso aprobado formaría su propio clan uno que acogiera a todos los rechazados, a los inconformes de su naturaleza, a los traicioneros y amantes de la anarquía por lo cual empezó a vagar por la zona buscándolos a todos y ofreciéndoles la oportunidad de vengar su trato y desgracia luchando a su lado, hubieron unos que aceptaron y otros que simplemente prefirieron continuar su vida en solitario.

Cuando Asmodeo obtuvo el número suficiente se inscribió como una raza más tomando por sorpresa a todos y cada uno de los líderes que notaban como los exiliados ahora tomaban armas contra ellos. Resultaba inútil pensar que con tan pocos aliados podrían ganar la perla Cannon, los hombres en sus filas eran menos que los de las otras razas, eso lo sabia Asmodeo y cualquier otro líder por eso no caracterizaban una amenaza pero si un punto de cuidado. A Asmodeo le llego un mensaje anunciando la propuesta de una alianza con el mismísimo Samael y su clan de los demonios, después de mucho recapacitarlo termino aceptando pero manejando la situación con sumo cuidado, Asmodeo no seria de nuevo el sirviente de Samael ahora era el quien tomaba sus propias decisiones solo que cuando Samael necesitara de su ayuda se la daría así como también el la brindaría, cuando estuvieran lo suficiente números iniciaría su siguiente plan, algo que Samael también esperaba sin idea alguna.

Asmodeo es fiel a su clan, los protege y ayuda en completamente todo pero también es fiel a alguien y es a la vida de aquel elfo quien espera que algún día caiga en la tentación y termine por unírseles ya que solo con el estaría completo.

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