jueves, 19 de enero de 2012

Historias Anexos

Seraphiel, el elegido por Dios.

La noche había caído, y la luz de la luna se encargaba de inundar todo a su camino de un plateado brillante, iluminándolo todo en ausencia del sol quien ya se había puesto horas atrás, los humanos ya estaban durmiendo y sus Ángeles velaban su sueño. En el cielo se oían los llantos del nuevo Ángel nacido. Un ser de la luz, un alma pura y celestial, con una voz potente que a pesar de ser un llanto, conseguía sonar como una dulce melodía, y su cuerpo menudo no restaba esplendor al hecho de que había nacido un nuevo Ángel, no uno cualquiera, el era Seraphiel.

‘Un buen Ángel es quien no descuida en ningún momento sus deberes, quien no deja de repartir amor, quien se encarga de los Ángeles más jóvenes para guiarlos a ser mejores, quien es tan puro y benevolente’, aquel quien tuviera todas aquellas buenas cualidad, sin duda, iba a ser uno de los más preciados para dios, y por esa misma razón, Seraphiel no tardó en ser nombrado el Octavo juez celestial, a pesar de la corta edad que tenía como Ángel, había conseguido cumplir aquellas normas gracias a aquella pureza tan grande y aquel amor fuerte que tenía por dios, habían hecho de él un celestial ejemplar.

Los jueces celestiales eran considerados los mejores Ángeles, seleccionados por el todopoderoso para ser quienes guiaban al clan en ausencia del Líder. Seraphiel a pesar de su juventud era astuto y sus ideas siempre eran brillantes, a todo ser le fascinaba aquella pureza interior tan fuerte que tenía, excepto de los demás jueces, quienes comenzaron a verlo como una amenaza puesto que dios le tenía un aprecio tan grande que comenzaba a plantear a aquel Ángel como el Líder ideal para el Clan.

Los jueces se negaron ante la propuesta de darle una oportunidad al Ángel para liderarlos, las oposiciones de aquellos se hacían más fuertes a medida que Seraphiel iba creciendo más, como un ser de la luz que era, todos podían observar que sus alas eran grandes y poderosas, aquello significaba mucho puesto que cuanto más alto poder y pureza tenían los Ángeles, mas enormes y fuertes eran sus alas.

Fue cuando la perla Cannon apareció que los clanes reanudaron su guerra por el poder, entre ellos, los Ángeles liderados por los jueces, quienes trazaron planes y antes del amanecer, se pusieron en marcha con todo un ejército celestial.

Seraphiel, quien no había puesto en marcha los pocos Ángeles que estaban a su disposición recordó algo mucho más importante que cualquier liderazgo, algo que valía mil veces más que el poder, la razón por la que los Ángeles vivían y trabajaban a diario, los humanos.
Puso en marcha su pequeño ejército y bajó a la tierra en defensa de aquella raza débil por físico pero con una mente poderosa. Los demonios se habían decidido que el primero clan afectado por ellos iba a ser el de los Humanos; iban a violar a las mujeres, matar a los niños y llevarse a los hombres para una tortura eterna, pero por suerte, Seraphiel estuvo allí, enfrentándose cara a cara con todo un clan de demonios, luchando codo a codo con los Ángeles que le acompañaban, salvando la raza humana de una gran tragedia.

Cuando la guerra hubo acabado, los Ángeles se volvieron a reunir en el séptimo cielo con dios, quien estaba realmente orgulloso por el acto de uno de sus hijos.
- Seraphiel, hijo mío, me ha llenado de orgullo tu valor. –Aquella voz llena de serenidad, mostraba una alegría mayor a cualquiera anterior. Uno de sus hijos, el más preciado de ellos, había sido capaz de pensar por el bien de su principal razón, defendiendo los humanos antes que luchar por el poder, porque era importante que los Ángeles lideraran, pero lo que era aún más importante, era no olvidar la primera y más importante tarea de un mensajero de dios, cuidar a su protegido. Seraphiel había ignorado las ansias por el poder, había controlado aquello y había usado su sabiduría para guiar con él a un ejército con un propósito mayor a todos los demás.

Seraphiel fue nombrado Líder por el todopoderoso, apoyado por todos los demás Ángeles, incluidos esta vez los jueces, quienes admiraron aquel gesto como el de un verdadero elegido, un verdadero Ángel digno de un liderazgo.

Es por eso que un Ángel nunca debe olvidar sus principios, porque hay cosas importantes y hay cosas esenciales.

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